Lo que solía ser una semana propicia para la reflexión, el cuestionamiento de nuestros actos y dias perfectos para las actividades religiosas, hoy se ha convertido en cliché y para la mayoría sólo guarda relación con vacaciones en la playa, los descuentos en almacenes, el ron al 2 por 1, las largas horas de entrenamiento en el gimnasio con el propósito de lucir un traje de baño de portada y por supuesto las legendarias habichuelas con dulce.
Parecería una merecida tregua del desgastado discurso de los candidatos políticos, de los chismes entre bandos, los mentados pactos, las sabidas alianzas y el mismo ajetreo por unas elecciones transparentes, pero la ilusión sólo dura hasta la altura del peaje donde un mar de simpatizantes rojos, morados y blancos, reparten de todo a los viajeros, sin ánimo proselitista pero con el rostro clarito del aspirante a la presidencia en la cajita.
En teoría, una hermosa oportunidad de pasear con la familia, para descansar del trabajo o para darle calor a sus viejos en los pueblos del interior. Pero la realidad va divorciada de esta noble idea. La Semana Santa ya es sinónimo de caos en todo su esplendor y en esas condiciones a las autoridades no les queda más remedio que responder poniendo al país prácticamente en pie de guerra.
Los únicos cuatro días de vacaciones al año que requieren un operativo de más de 14 mil voluntarios, paramédicos y socorristas para trabajar en autopistas, avenidas y playas. Ambulancias en puntos estratégicos que presentan un alto riesgo de accidentes de tránsito. Tres hospitales móviles ubicados en las principales autopistas y en la concurrida playa de Boca Chica, que cada año recibe a miles de bañistas. Y por si todo esto fuera poco, la Policia Nacional le echa una mano y tira sus hombres a la calle.
Es que no es para menos, lo que se vive en el Hospital Dario Contreras, por citar un ejemplo, es aterrador y daría la impresión de que ciertamente el diablo anda suelto o la gente pierde la cordura. Los especialistas reciben allí desde los accidentes de tránsito más insólitos, personas intoxicadas por alcohol, hasta heridos a machetazos en riñas. Sobra decir que el funesto conteo de víctimas tristemente se estrena desde el primer dia.
Aunque la ciudad capital, queda desierta para los que deciden no salir de aquí y con un tránsito despejado que dan ganas de que sea Semana Santa todo el año, no cante victoria porque a partir del miércoles y como sacado de un cuento de fantasias, el Malecón se convertirá en un solarium con doce piscinas gigantescas, palmeras y hasta blanca y fina arena que vestirá de playa el tosco pavimento, para el disfrute de los dominicanos, por supuesto con la vigilancia permanente de agentes de AMET, Policía Nacional, Municipal y Turística, monitoreando la peculiar manera que tenemos para reflexionar.
Disfruten sus días de asueto, sus habichuelas con dulce y a Dios que reparta suerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario