La
historia nos habla con hechos de la fortaleza de los dominicanos, de la
entereza para enfrentar las crisis y la solidaridad de su gente en tiempos de
desastres. La capacidad del pueblo y los múltiples recursos a los que acude
para sobrevivir, sobreponerse a momentos difíciles y por mucho, ha demostrado
que no se deja abatir por la melancolía. Recursos que van desde el desahogo
común entre amigos en cualquier tertulia, las protestas, las jornadas
pacíficas, las redes sociales y hasta el humor.
Sin
embargo, en las últimas semanas se nota en gran parte de la población un ánimo
de preocupación y hasta cierto punto depresivo ante la amenaza que representa
la carga impositiva que trae consigo la recién aprobada Reforma Fiscal y que
busca cubrir un déficit, de más de 187 millones de pesos, heredado del gobierno
anterior y que hasta el momento nadie ha sabido explicar en qué fueron
gastados.
El
ambiente emponzoñado y la situación de angustia que ha traído consigo dicha
Reforma y que amenaza claramente con empeorar las condiciones de vida de la
gente nos ha llevado a hablar, escribir, pensar, insistir y respirar pura
Reforma. Las redes sociales, la esquina del barrio, el salón de belleza, las
conversaciones, las protestas sólo hablan de lo mismo, como vivo reflejo de la
preocupación y la incertidumbre que arropa a todo un pueblo agotado de lo mismo
y claramente decepcionado.
Un ánimo
que no se resuelve con bajarle tres pesos a los combustibles, tampoco con
permitirnos traer ropa de paca y muchísimo menos con rebajar las penas a
implicados en casos de narcotráfico. No es suficiente con cancelar al agente
que mató al joven estudiante William Florián Ramírez, en medio de protestas que
legalmente se escenificaban en la universidad estatal mientras los mismos Honorables
que aprobaron la Reforma Fiscal siguen cobrando un sueldo de lujo y gozando de
atractivos beneficios.
Ángela
Moquete Méndez, una profesora con más de 30 años en el ejercicio, que fue
herida durante una protesta en reclamo del servicio de agua en Barahona, luchó
por su vida hasta que la muerte le ganó la batalla mientras la distinguida
Ministra de Educación se aumentaba el sueldo de 185 a 300 mil pesos mensuales
justo cuando al pueblo se le exige austeridad.
El
gobierno no puede apostar a que el espíritu festivo de la Navidad se encargue
de bajar las aguas si la gente no ve voluntad de cambios verdaderos. Urgen
medidas positivas y valientes a favor de nosotros. Medidas ejemplares que
hablen de las buenas intenciones de este gobierno y que nos recuerden que los
dominicanos sí tenemos dolientes. Hace falta dar el ejemplo y es bien sabido
por todos que el ejemplo empieza por la casa.
Por la
salud mental y espiritual de todos los dominicanos, el Presidente Danilo Medina
está en la obligación de tomar serias medidas que le permitan al pueblo salir
de éste estado de ánimo que nos ha inyectado el paquetazo.
Este es el
momento de retribuir a sus votantes la confianza depositada en las urnas el
pasado 20 de mayo y conceder razón a quienes apostaban a su promesa de “hacer
lo que nunca se ha hecho”. De lo contrario, las fuerzas del orden tendrán mucho
trabajo y los psiquiatras también.
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