Así, creo que la gratitud con los padres debe ser eterna. Un millón de razones la visten de eternidad y moralmente nos obligan a compensar el sacrificio de la buena crianza y el empeño de ellos en criar hombres y mujeres de bien.
Este domingo en República Dominicana celebramos el Día de los Padres y no quería pasar la fecha sin dedicarle unas líneas a mi papá. Aunque confieso que escribirle es todo un reto, sabiendo que todo lo que pueda plasmar aquí será poco para un ser tan genial como mi papá. Hace más de diez años siendo columnista en un periódico de circulación nacional, gentilmente papi me cedió el turno para publicar mi primer artículo y estrenarme en el fascinante mundo de la escritura, sin remotamente imaginarnos ninguno de los dos que hoy me tocaría a mí compensar un poquito aquel divino favor y que sería precisamente ese, uno de sus tantos regalos: el amor a las letras.
La deuda con mi papá es millonaria y me quedaré corta mientras vida tenga. A papi le debo aquella dulce y tenaz insistencia en lograr que desde muy jovencita la lectura se convirtiera en un hábito.
Sin embargo, es su voluntad de acero lo que lo hace tan inmenso ante mis ojos. De él mismo escuche hace unos meses que “Nada se hace sin superarse a uno mismo” y sí que lo ha predicado con el ejemplo. Porque hoy, cuando se celebra a los padres y se supone que los hijos regalen a ellos, mi papá sigue galardonándonos con valiosas lecciones que nos hacen sentir dichosos de tenerlo como padre.
El próximo martes 2 de agosto, la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la Primada de América, investirá a mi papá como Profesor Honorario de la Facultad de Humanidades, por sus méritos políticos y por sus grandes aportes a la historia y al rescate de la música típica dominicana. Me inflo de orgullo y me emociono hasta el llanto con aquella distinción.Y es que no es para menos. Mi papá es autodidacta y solo alcanzó el octavo grado de la primaria en su niñez en su campo natal en Nagua, cuando tuvo que interrumpir los estudios para seguir sus ideales revolucionarios. Con esta condecoración nos demuestra que cuando hay voluntad todo es posible.
A ti, papi, te regalo el compromiso de todos nosotros, tus hijos y tus nietos, de honrar tu nombre con buenas acciones movidas por el mismo interés humano que pones tú siempre en todo lo que haces. Y te acompañamos a recibir esta altísima distinción con la misma humildad que te ha adornado toda tu vida. Eres el vivo ejemplo de que SI SE PUEDE!.