lunes, 20 de mayo de 2013

SOY EDUCACIÓN, SOY PROFAMILIA


Como sacado de los años de la Edad Media, vivimos un episodio oscuro entre la Iglesia Católica y Profamilia al que sólo le faltan hogueras, horcas y guillotinas para completar el cuadro de la época.

Cuando pensábamos haber superado el oscurantismo de la iglesia, los papeles ocultos en el Vaticano, los secretos que mueren entre los muros de los templos, las denuncias que se callan entre obispos y sacerdotes y cuando se respira un aire menos europeo allí con el papado de Francisco, la Iglesia vuelve a dejar claro que se ha quedado rezagada sobre el andar agitado de estos tiempos que mas que andar parecen volar. Ha concedido razón a los holandeses que han decidido cerrar iglesias para abrir bares y centros de diversión por la falta de feligreses en misa.


Resulta ilógico oponerse y condenar la educación sexual en nombre de la religión. Me parece muy cuesta arriba pensar que la iglesia quiera resolver el grave problema de las adolescentes embarazadas, de los abusos sexuales, las violaciones, de la mortalidad de jóvenes embarazadas, las enfermedades de transmisión sexual, los abortos clandestinos, la natalidad sin control, por contar sólo algunos, sólo con exigir abstención en estos tiempos o ahogar las hormonas y rebeldía en las plegarias.

Negarse a eso es contribuir, precisamente, a que la gente viva llena de miedo a lo desconocido y alimentar mitos y tabúes que nada aportan a la sociedad ni al desarrollo de la gente. Ningún pueblo se ha abierto camino dejando a un lado la educación en todas sus vertientes. La sexual no es la excepción. Con tantas áreas indescifrables, la educación sexual se presta para todo tipo de confusiones que cobran un alto precio a quienes son víctimas de la ignorancia que se les obliga en nombre de lo divino.

Hablar de Profamilia es hablar de educación y la educación nunca sobra. No se sabe de nadie a quien le pese o haga daño el conocimiento; y esa labor empieza desde pequeños y para emprenderla hace falta prepararnos. Para hablar a nuestros hijos cuando llegue el momento de preguntarnos y cuestionarnos como lo hacen los pequeños de ahora, es necesario dejar el miedo y soltar la historia de la cigüeña que estoy segura pocos nos creímos en su momento y sólo alimentó las dudas y el misterio.

El desenfreno, las orgías, el libertinaje y otras formas de depravación humana, son otras cosas. Eso aquí no tiene espacio, aquí se discute de educación y de la libertad de tomar decisiones que están destinadas a marcarnos toda una vida. Si bien es cierto que hablar de sexo no es la solución, puramente tampoco lo es repartir píldoras y condones, pero de la mano de la educación, de conocer lo desconocido y tumbar el velo de misterio que resulta atractivo a los jóvenes, apuesto a que mejoramos las cifras.

Mientras tanto, yo voy a Profamilia porque apuesto a la educación. Ojalá del conflicto la iglesia decida sacudirse. No anhelo grandes cambios, me conformo con el mismo voto de silencio que voluntariamente asumen cuando estalla un escándalo de pedofilia y todos callan entre sí. Oremos, hermanos!

@paochaljub

lunes, 6 de mayo de 2013

PERMISO PARA ALARDEAR


Si algo valoro y exhibo con orgullo pleno es a mi familia. En cada uno de ellos encuentro inspiración, historias de vida que con cariño y a veces hasta sin saberlo me regalan y ejemplo digno como vivido por mi misma por la cercanía en el trato y el amor que de manera tan natural nos dispensamos entre todos.
Aquel dicho que reza “dime de qué alardeas y te diré de qué careces…” aquí pierde toda validez; porque si algo atesoramos en casa es la unión familiar que nos caracteriza y la costumbre espontánea de hacer común el problema del otro. Un problema de un hijo, de un hermano, de los sobrinos, de papi y de mami, es un problema de todos. El amor y la unión son la mejor herencia que de generación en generación vamos dejando como legado, especialmente en momentos en que la sociedad y la familia urgen de valores y al mismo tiempo se vuelven tan tristemente escasos.
Pero cómo no sólo de problemas vive el hombre y la familia, en la mía también celebramos y hoy, con la anuencia de ustedes, me permito celebrar con ustedes y así de paso convertirlos en dulces cómplices de mi felicidad, por la publicación del más reciente libro de mi papá.
No hace falta ser periodista o escritor para saber del esfuerzo, la disciplina y la dedicación que conlleva hacer realidad una obra escrita con concepto y con respeto. Las largas jornadas de trabajo y de labor intelectual que ocupa escribir un libro de historia. El ejercicio mental y físico que agota como un parto que se extiende por meses y muchas veces por años, lo que tome parir un hijo intelectual en nombre de perpetuar las vivencias y de aportar su cuota a la memoria histórica de los que no vivimos aquellos años.
Mi familia está de fiesta. Finalmente acariciamos el primer ejemplar de una obra más que mi papá regala a la historia y junto a él, saboreamos todos la satisfacción del deber cumplido y de la labor realizada.

“Manolo, cincuenta años después” es la publicación número trece de mi viejo, a propósito de cumplirse el 21 de diciembre, los cincuenta años de la muerte de Manolo Tavárez Justo, el principal dirigente del Movimiento Revolucionario 14 de Junio y el más grande líder revolucionario de toda una época. Escrita con la intención de contribuir al estudio y al conocimiento de una historia de lucha tan larga como intensa y noblemente movido por la necesidad que lo adorna de apelar a la esperanza para que no cese la batalla en el intento de rescatar y preservar la herencia de aquel líder inmortal, que aún hoy, a sus cincuenta años de desaparecer físicamente despierta el carisma de aquellos tiempos.
En mi casa hacemos patria cada día. Con el ejemplo de un viejo e incansable luchador que a sus 71 se mantiene firme en sus ideales, sin rendirse, sin venderse y siempre al pie del cañón. Su obra “Manolo, cincuenta años después”, que pronto se pone a circular, es una muestra fiel de que ni los años ni las canas en el pelo pesan tanto como para cambiar el rumbo de la conciencia cuando se tiene claro el norte de su lucha. A más de medio siglo de tomar la senda de la revolución, el hombre sigue creyendo fielmente en lo que lo movió a dejar la comodidad de su casa para internarse en las montañas abanderado de la sed de libertad.
La valentía, la constancia y la integridad de mi papá me regalan no sólo motivos para sentirme orgullosa y comprometida a hacer las cosas bien para hacer honor al nombre de él y de mi mamá sino también deseos de sobra para libremente alardear en esta Comparsa que es más de ustedes que mía y que de seguro me conceden el permiso de hacerlo, aunque sólo sea por hoy.

@paochaljub

domingo, 5 de mayo de 2013

CUANDO FALLA LA MEMORIA HISTÓRICA


La intensidad de los recuerdos es lo que marca la memoria. Me asombran los detalles que puedo recordar de mi niñez y la claridad con la que puedo rememorar episodios de mi vida. Nací en el gobierno de Don Antonio Guzmán, estaba pequeña en los años de Salvador Jorge Blanco y de los últimos gobiernos de Joaquín Balaguer y los acontecimientos de la época, me parecen haberlos vivido ayer.

Con apenas cuatro años recuerdo vívidamente un allanamiento durante el gobierno de Jorge Blanco, quizás de los últimos, que llevaron a cabo miembros de la policía en mi hogar. Una mañana que recién amanecía, mi papá, mis hermanos y yo despertamos en medio de un tropel, el movimiento de extraños en casa, el color oscuro en los uniformes de los agentes, el sol oculto todavía y el ruido ensordecedor del cepillo Volkswagen color crema que aguardaba afuera con el motor en marcha, justo frente a la puerta de la casa, en dirección hacia la Arzobispo Meriño.

Mis hermanos y yo entendiendo sin entender. Con la madurez prematura que otorga vivir situaciones como ésas. Madurez característica en los hijos de esa generación de hombres y mujeres de valor. Mi mamá, que llevaba una bata de dormir, presa de la desesperación y la impotencia, me agarraba de la mano como sin fallar en su instinto protector. Se llevaban a mi papá, lo montaban en el cepillo y apretados y entre armas largas y macanas, marchaban todos rumbo al palacio.

Con esa misma lucidez puedo contarles de un policía que vigilaba cada movimiento de mi papá. Sin disimulo alguno nos seguía cada mañana todo el trayecto a dejarme en la escuela, dormía en la acera a tres casas de la nuestra, justo debajo de un poste de luz que aún permanece en el mismo lugar de la calle. La inocencia de mis años no me dejaba entender a qué respondía nuestro inusual compañero, pero nos saludábamos yo desde el cristal de atrás del viejo Datsun de la familia, él detrás de nosotros en su motocicleta y hasta llegué a apodarlo Toby.

En mi familia nunca se nos ha dicho por quién votar, a quien despreciar, quien es el bueno y mucho menos quien es el malo. Imágenes en la memoria histórica de nosotros, testimonios de vida de mis padres, amigos que se han convertido en familia, y libros, muchos libros nos han servido para discernir y sacar nuestras propias conclusiones. Abunda el sentido común y se pone en práctica la tolerancia, como regla de oro en la vida.

El sentido común se ha encargado de hacerme recordar el gris de los años de Balaguer y la tolerancia me ha ayudado a digerir, sin aceptar, la realidad que refleja la encuesta Gallup que posiciona al Doctor como el político más admirado, con un 30.2 por ciento que le otorga la población.

Sin restarle sus condiciones al Doctor Balaguer, el gran peso social de la figura de un político de mucho vuelo que se apoyó en la fuerza popular y dueño de un carisma indiscutible. Sin mencionar sus dotes de escritor, poeta y orador. Pero de otro lado, el ideólogo de la sangrienta Era Trujillista, el redactor del manifiesto mediante el cual se anunció el golpe de Estado al gobierno de Horacio Vásquez en 1930. El brillante cerebro detrás del Dictador que heredó el poder tras la muerte de Trujillo.

No haber vivido la persecución de la Banda Colorá y los funestos doce años de Balaguer no me impide sacar mis propias conclusiones. La encuesta me confirma lo que tanto he temido, la memoria histórica de los dominicanos anda patas  arriba. A once años de la desaparición física de Balaguer y a diecisiete de su último gobierno, el sentido histórico de la gente anda perdido. Balaguer le ganó el pulso no sólo a Bosch y a Peña Gómez, también se llevó a Duarte, a Manolo y a Caamaño. Y no sólo lo mal que andamos, sino el arduo trabajo que hay que hacer para recuperar la memoria histórica y acabar con la confusión. Se oye o no se oye?

@paochaljub

AMAR SIN DEJARLO SABER


Cuatro meses saliendo juntos, van al cine, a bailar, a restaurantes de moda, dejan la ciudad por dos días de ensueño y viajan al interior a esconderse y acariciarse en algún rincón entre Constanza, San Juan y Samaná. Mensajes de texto al despertar, los “buen provecho!” al mediodía sin importar ocupaciones y despedir el día se convierte en una costumbre que se hace extrañar cuando no lo hacen. Cuatro meses, nadie se atreve a decir al menos un “te quiero” y aún la relación no tiene nombre. El cuadro es común.

La hija de trece años llama a su papá por segunda vez en lo que va de día, conversan y entre tema y tema cierran el teléfono sin una muestra de cariño, escasos de afectos, aún con el corazón rebosado de ternura y amor listos para entregar y que mueren en el desesperado intento de ser entregados a quien se lo ha ganado. Terminan la conversación.


Amigos por años, amigos de infancia, amigos probados en las buenas y en las malas, amigos que superan la distancia y que comprenden hasta el silencio de nosotros son víctimas de la dejadez aniquilados por un parco “te quiero” en alguna tarjeta de cumpleaños o de navidad.

Toda una vida compartiendo con los padres y justo en el entierro las muestras de afecto desesperado se adueñan de los hijos que dosificaron el cariño y desaprovecharon cuando obligaba el corazón y decidieron ignorarlo.

Del mismo modo que en toda guerra la primera víctima es la verdad, en toda crisis económica lo primero que se pierde no es el dinero sino los modales. La realidad me obliga a agregar que con los modales también se van las muestras de cariño y de empatía.

Vivimos un tiempo en el que asombrosamente dar afecto y mostrar signos de empatía y de apego es visto por muchos como un mal de pesadas ataduras. El cariño desinteresado es malinterpretado constantemente como coqueteo y brindar una mano a quien lo necesita queda casi siempre a la espera a cambio de un favor o una recompensa. Reconocer las buenas acciones y alentar el talento y la capacidad en otros casi se extingue entre los mismos humanos, quedándonos tantas veces con halagos y detalles que no nos pertenecen. Sin darnos cuenta que lo que más necesita el mundo y su gente es amor.

Cambiamos el apego por la falsa libertad de permanecer siempre al acecho, la estabilidad por la amplia oferta que se cree tener bajo el estatus del no compromiso y preferimos callar antes que halagar. Vivimos postergando el amor en todas sus dimensiones, dejando para mañana el “te quiero” pendiente y que ansioso aguarda con gallardía. Hemos desvirtuado el sentido del orgullo para convertirlo en una soberbia que vive divorciada de la dignidad.

Antes el problema era el amor, ahora el problema es amar.


@paochaljub

DE BOBBY DELGADO PARA LA CIUDAD


Justo cuando la inercia, la pesadumbre y los mismos rostros arropaban las noches en Santo Domingo, una voz bohemia me devuelve la fe y me recuerda que no todo está perdido.

Llegué arrastrada por la rutina, con el paso cansado de desandar una ciudad que cada vez se vuelve más gris, más difícil de transitar entre el ruido del dembow y la mala cara de la gente que en estos tiempos vive, si es que a eso se le llama vivir, escasa de música y abundante en violencia. Agotada del rumor de las mejor y  peor vestidas, el grito de guerra trujillista del bachatero y más de lo mismo en la política nacional, terminé la noche del viernes entre amigos en Casa de Teatro.


Tocaba Bobby Delgado, de quien apenas conocía algunos temas, reconocía su trascendencia incuestionable que le concedió el honor de abrirle el espectáculo a Sabina y Serrat el año pasado y no pasaba yo de haber leído excelentes referencias de su música en las redes sociales. Amigos que ya conocen de su trabajo me habían comentado del encanto de este joven artista y la misma falta de fe en lo que ofrecen algunos nuevos talentos vendiendo falsos valores, ocultos tras una imagen distorsionada de su realidad y la arrogancia que los opaca, no me permitieron el chance de conocer su propuesta antes.

El misticismo de Casa de Teatro, un ambiente que respira cultura y gusto depurado entre la mezcla bohemia y vivaracha de gente joven, que se mueve por razones sociales, que alza su voz y se expresa, que canta, que lee y que escribe y aún siguen siendo divertidos; de esos que pensé que ya se nos acababan o que las madres dejaron de parir en tiempos de Caamaño y de Manolo. No en vano, Casa de Teatro se ha convertido desde hace muchos años en la casa de los artistas, acogiendo a talentos como Bobby Delgado, dueño de un extraordinario histrionismo tan fluido y natural como el fino sarcasmo en las letras de sus canciones y cobijando a gente ávida de escuchar buena música con cierto sentido social, guardando la esperanza de que sea refugio de almas bohemias por muchos años más.

La ciudad y su gente piden a gritos un equilibrio en todo. Al menos una dosis de aquel difícil equilibrio que sólo los más despiertos y nobles consiguen y que ha hecho fracasar en esa búsqueda inútil y afanosa a tantas causas, presas de los excesos y los extremos. Bobby Delgado y Casa de Teatro son precisamente ese equilibrio que necesitamos para no morir asfixiados entre la moda, lo superficial y las distracciones.

Entre “Soy un corazón tendido al sol” de Víctor Manuel, remontándose con mucha dignidad a “Lágrimas negras” del legendario Trío Matamoros y su infaltable “Dígame usted por quién votar”, Bobby Delgado arranca aplausos merecidos y de paso le hace el favor a la ciudad y sus noches de retornarle un poco la fe perdida a los dominicanos. Batalla nada fácil de librar en estos tiempos.

Por algún viernes deje las tragedias condenadas en un cajón trabado, permítase el lujo de darse un poco más de Bobby, un poco más de Casa de Teatro para sacar a pasear el espíritu bohemio que todos llevamos dentro, que se viste de sonrisas, de buenas acciones desinteresadas, de saludable desenfado y que ciertamente hace más feliz a la gente. Seguro allá nos vemos y el ánimo nos obliga dulcemente a compartir una sonrisa.

@paochaljub