domingo, 6 de mayo de 2012

EL FMI NO SABE LO QUE ES VIDA


Entre un ciclo y otro de la lavadora, ella me dice que sabe de todo. En mayo del año pasado, para el dia de las madres, con sólo doscientos pesos logró comprar flores para elaborar cinco arreglos que vendió ese mismo día; ha leido libros de medicina naturista, se siente en plena capacidad de preparar remedios y sabe leer la taza; hizo un curso de masajes y brilla ollas como nadie a pesar de que se le zafa la muñeca de vez en cuando; macramé, costura, colchas, cortinas, muñecas sin rostro, manualidades y cuando se apretó, aún mas la situación, fue capaz de pegar blocks en una construcción y limpiar tumbas en un cementerio. A sus 56 años, no se detiene y cada sábado asiste a clases de pintura.

En esos mismos días grises cuando el cielo no decide su matiz, una niña de 10 años, ante mi pregunta de por qué no fue a la escuela ese día, responde que tuvo que despertar a las 5 de la mañana para ir con su mamá a tomar un turno en "El Angelita" y que un médico pediatra le revisara los resultados de unos análisis. Sin parar un segundo me sigue contando que por mala suerte, hubo que tomar la muestra de nuevo y tendrá que repetir la misma rutina madrugadora la próxima semana. A modo de desahogo se queja conmigo del hambre que le atacó en plena diligencia pero victoriosa y con una sonrisa sobrecargada de inocencia me habla casi derretida de los exquisitos yaniqueques que vende una señora en un puesto cercano a la casa. Y eso, al final de la tarde, entre el paseo y el manjar, fue prácticamente la recompensa del día.

Del otro lado de la ciudad, una mujer de 60 años, madre soltera de tres hijos adultos, vive de una pensión que le corresponde por más de 30 años de labor intachable en una oficina del Estado, que a duras penas le alcanza para mal comer y más nada. Con el rostro cansado, el pelo poblado de canas y con ojos intensamente azules que hablan de la belleza en sus años de juventud, dejó de trabajar y se dedicó a cuidar a su madre de 94, paralítica, senil y con la terquedad infantil que regala la vejez y a su hijo de 30 y algo, con la condicion especial de Sindrome de Down. Las adversidades le han concedido la dignidad para no terminar en la calle pidiendo y de paso hasta la fuerza fisica de un hombre.

Mientras tanto, y como enajenados de la realidad, el Fondo Monetario Internacional ocupaba los titulares de los diarios del mundo con una preocupación sentida de que la gente viva más de lo esperado.

El FMI habla de lo que los economistas llaman "riesgo de longevidad", de la amenaza que representa el hecho de que el promedio de vida aumente y lo costoso que sale aquello para las finanzas públicas, lo que me hace pensar en las vergonzosas pensiones que se asignan a la gente del pueblo, sino que le pregunten a la mujer de 60 que hace magia para comer con lo que le sale de pensión.
Llegan incluso a proponer el retraso de la edad para jubilarse y de inmediato pienso en los cañeros que sin perder las esperanzas siguen piqueteando el Congreso Nacional para ver si por un golpe de suerte terminan de pagarles su dinero y dejan de morir en la pobreza extrema o por falta de recursos para comprar medicamentos.

Por eso mientras el FMI habla de vida, me pregunto qué vida? Si ellos no saben de vida. Lo único que nos salva es la esperanza, por suerte esta gente la mantiene viva, han aprendido a echar el pleito dignamente y a ser felices por encima de todo, y eso debe molestarle mucho al FMI porque nos hace vivir mas. La próxima vez que cante cumpleaños feliz y desee muchos años más, piénselo bien!...una parte del FMI y Christine Lagarde debe sufrir ese canto.

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