
Por el contrario y como para recordarnos que la oposición y el rechazo de un pueblo completo no es válido, la Reforma Fiscal fue aprobada en dos lecturas consecutivas en el Senado justo cuando empezaba el último fin de semana largo del año y quizás para muchos, las últimas vacaciones que podrán costear por un buen tiempo, una vez se nos aplique la carga impositiva que nos han impuesto para cubrir la falta y el manejo torpe de las pasadas autoridades.
El
postre de ese viernes fue enterarnos de que, a pesar de los pataleos, el ITBIS
será aumentado a un 18 por ciento pero para consolarnos, la pieza no gravará la
venta de ropas y zapatos usados. Vaya muestra de la benevolencia de los
Honorables.
Un
paquetazo fiscal injustamente llamado por muchos Reforma, cuando de reformar
anda muy lejos. Mas bien cerca de la desesperanza y la intranquilidad de un
pueblo que no conoce su rumbo y que entregó las riendas de la nación a quien
ellos, los votantes, entendían podría velar por los intereses del pueblo que lo
sentó en La Silla y le terció La Ñoña por los próximos cuatro años y quien
sabe.

Mientras
nos perdemos soñando, no morimos en el intento por seguir alzando la voz de
manera pacífica y añorando las agallas de aquellos héroes que solían darse
aquí, demos la bienvenida a noviembre y con el mes, la llegada de la época
navideña. Que la Reforma Fiscal y el paquetazo de impuestos no dañen la fiesta.
Al
pueblo que se enfoque, por ahora, en sus fiestas y al Señor Presidente, que se
anime a cortar por el lado más grueso.
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