Cierre los ojos por unos minutos, sumérjase en ese
negro eterno, trate de seguir la vida a oscuras, intente llevar a cabo su
rutina a tientas, con los ojos cerrados y a oscuras haga esas cosas que hace
todos los días, como si de repente realmente hubiese perdido la visión, sólo
imagine. Esa es la vida de Joselito Hernández desde 2005 cuando a los once años
de edad una bala perdida le robó la visión.
Quizás la disputa por un punto de venta de drogas o algún
tumbe en plena madrugada terminó con un tiroteo y una de las balas alcanzó a
Joselito mientras dormía en su casa en el barrio Gualey. Para muchos, sólo
imaginar perder algo tan vital como el sentido de la vista puede parecer el fin
de la vida o echarse a morir. Ese no es el caso de este joven de 19 años que
anda en plena ciudad de Santo Domingo dando gratuitamente lecciones de vida.
La brisa fresca del despertar de una mañana de julio
trajo consigo a Joselito Hernández a mi vida. Yo terminaba de correr en la
pista de calentamiento del Centro Olímpico y ya disponía a subirme al carro,
rumbo a casa a empezar la faena de aquel lunes. Había llovido, entre lodo y
charcos él sorteaba el paso para, con ayuda de su bastón, lograr llegar a la
pista que aún estaba a unos cien metros de distancia.
En aquellos cien metros o menos, no contuve la
curiosidad y le pregunté qué buscaba allí, es inusual, al menos para mí lo era,
toparme con una persona no vidente en una pista de atletismo, y para mi
sorpresa me contestó con un “aquí vengo a
entrenar”, asombrada lo ayudé a llegar a la entrada, nos presentamos y allí
nos despedimos.
Una semana más tarde, nos saludamos y con apenas un
timbrazo de mi voz me reconoció al vuelo y de una forma impresionante me dijo
de manera acertada el canal donde leo las noticias. Lo único que ha logrado
superar el asombro de aquella hazaña ha sido verlo entrenar.
Después de aquel agosto que le cambió la vida,
Joselito se ha empeñado en vencerle el pulso al pesimismo y en cambio se ha
convertido en todo un ejemplo de dignidad y superación personal. Aprendió el
sistema Braille para leer y escribir, terminó el bachillerato, tiene planes de
estudiar idiomas, se hizo masajista y terapista profesional, técnico en
informática, además, Polayo como lo llaman en el medio artístico, canta y
compone canciones urbanas, ha colaborado con varios cantantes de ese género,
tiene pendiente una peculiar producción con Teodoro Reyes y por si fuera poca
cosa, actualmente entrena como velocista de 100 y 200 metros con una muy buena
marca personal.
Lo más valioso es la lección que Joselito nos está
dando a todos, con un inestimable valor moral, porque cuando para aquel niño de
once años pareció que su vida llegaba a su fin o cuando lo único que le quedaba
era la invalidez o la incapacidad se creció, se sobrepuso a todas las
adversidades y miren todo lo que ha hecho.
Joselito nos enseña cómo enfrentar y vencer las calamidades de la vida y cómo no hay razón para usted sentirse derrotado y vencido ante desgracias aparentemente irreparables que abaten sobre nosotros. Joselito es un vencedor, sobre todo porque logró vencer en dignidad y grandeza al funesto personaje anónimo que le robó la vista.
Joselito ha aprendido a realizarse, a no resignarse y por
encima de todo a ser feliz. En mi blog (www.alma-enlibertad.blogspot.com)
he compartido fotos y videos de este joven tan valioso y después de verlas me
atrevo a preguntarles si aún quedan con ganas de quejarse porque hoy sea lunes.
Y usted de qué se queja?
Paola, leerte es siempre un impulso grato a seguir viviendo. Te felicito por tu carrera, por tu capacidad para promover lo bueno, lo útil, lo relevante. Te felicito por no darle cabida a lo negativo. Ya de esas "noticias" tenemos demasiado. La historia de Joselito es digna de compartirse. Es, como bien dices, un ejemplo vivo de que la vida es más que un detalle de la misma; de que el perdedor es el que se deja vencer el alma a la primera derrota. Ese muchacho es un ejemplo de optimismo; y tu artículo, la esperanza de que más personas entiendan la utilidad de la lección que este muchacho nos da a todos. Gracias, Paola. Gracias, Joselito.
ResponderEliminarMuchísimas gracias! El placer es mío de que me leas y que llegue el mensaje que comparto con ustedes! Joselito es eso exactamente que has dicho, ejemplo de optimismo y como andamos tan escaso de ese valor, bien vale unas líneas aquí para resaltarlo! Abrazos, gracias por leerme!
EliminarPCh