La sensación
de desamparo y de patria que anda huérfana de dolientes se dispersó el pasado
27 de febrero cuando el Presidente Danilo Medina pronunció su discurso de
rendición de cuentas en el Congreso Nacional.
Si falta luz
en el país, no importa porque la lucecita de esperanza que faltaba en los
barrios se encendió con las palabras del mandatario luciendo enérgicamente sus
aportes; los miles de millones de pesos y las astronómicas sumas que casi
causan mareo en quienes a esa hora no tenían los cheles para comprar la comida
de ese día, nos hizo olvidar el hambre y el desempleo que aniquila los sueños
de miles de dominicanos; los logros de esta gestión con apenas seis meses de
gobierno nos hizo sentir a todos que como país avanzamos, a pesar de tantos
hombres matando mujeres y asaltos a plena luz del día.
Por vez
primera en mucho tiempo un aire de esperanza se asomó y a diferencia del 16 de
agosto del pasado año cuando Danilo asumió el poder, esta vez procuró no dañar
el momento con anticuados decretos nombrando y moviendo los mismos nombres en
desuso y llenos de decepción que le bajaron la nota a los dominicanos. El
discurso lo dejó tan bien parado y con tanta aceptación entre la gente que
resulta conveniente que el Señor Presidente siga disfrutando de esa luna de
miel que no tuvo en agosto.
Al parecer
hay voluntad de hacer las cosas bien y quizás de hacer lo que nunca se ha
hecho, aunque los ministros derrochadores y los legisladores que aprueban leyes
sin leerlas se empeñen en hacer lo contrario. Cierto que ya tenemos el reñido
4% que corresponde a educación, que el mismo Danilo Medina emplazó a la Barrick
Gold para que se revise el funesto contrato que sólo ha brindado pérdidas y
desventajas a la nación y que el macabro plan que se gestaba en Bahía de las
Águilas ya es parte de la historia. Todas victorias para el país, para los
dominicanos y de paso para la imagen del mandatario.
Queda cruzar
los dedos para que con los acostumbrados cambios en el tren gubernamental el
Presidente no dañe lo que tanto esfuerzo le ha costado lograr y lo que con su
constancia y coherencia se ha ganado. Recordarle también que el pueblo le ha
otorgado el beneficio de la confianza a él pero que ése es un carnet que hay
que renovarlo todos los días con hechos.
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