sábado, 13 de abril de 2013

SEIS DISCURSOS AL AÑO, PRESIDENTE.


La sensación de desamparo y de patria que anda huérfana de dolientes se dispersó el pasado 27 de febrero cuando el Presidente Danilo Medina pronunció su discurso de rendición de cuentas en el Congreso Nacional.

Si falta luz en el país, no importa porque la lucecita de esperanza que faltaba en los barrios se encendió con las palabras del mandatario luciendo enérgicamente sus aportes; los miles de millones de pesos y las astronómicas sumas que casi causan mareo en quienes a esa hora no tenían los cheles para comprar la comida de ese día, nos hizo olvidar el hambre y el desempleo que aniquila los sueños de miles de dominicanos; los logros de esta gestión con apenas seis meses de gobierno nos hizo sentir a todos que como país avanzamos, a pesar de tantos hombres matando mujeres y asaltos a plena luz del día.

No estoy segura si el humilde acento sureño o la forma tan llana de Medina es la que ha conquistado al incrédulo pueblo pero lo cierto es que ese miércoles casi todos terminamos danilistas y con la esperanza en alto. Así como cuando hasta la poca destreza leyendo en el prompter le lució al Jefe de Estado y la diferencia entre Medina y Leonel Fernández obligó al pueblo a compararlos.


Por vez primera en mucho tiempo un aire de esperanza se asomó y a diferencia del 16 de agosto del pasado año cuando Danilo asumió el poder, esta vez procuró no dañar el momento con anticuados decretos nombrando y moviendo los mismos nombres en desuso y llenos de decepción que le bajaron la nota a los dominicanos. El discurso lo dejó tan bien parado y con tanta aceptación entre la gente que resulta conveniente que el Señor Presidente siga disfrutando de esa luna de miel que no tuvo en agosto.

Al parecer hay voluntad de hacer las cosas bien y quizás de hacer lo que nunca se ha hecho, aunque los ministros derrochadores y los legisladores que aprueban leyes sin leerlas se empeñen en hacer lo contrario. Cierto que ya tenemos el reñido 4% que corresponde a educación, que el mismo Danilo Medina emplazó a la Barrick Gold para que se revise el funesto contrato que sólo ha brindado pérdidas y desventajas a la nación y que el macabro plan que se gestaba en Bahía de las Águilas ya es parte de la historia. Todas victorias para el país, para los dominicanos y de paso para la imagen del mandatario.

Queda cruzar los dedos para que con los acostumbrados cambios en el tren gubernamental el Presidente no dañe lo que tanto esfuerzo le ha costado lograr y lo que con su constancia y coherencia se ha ganado. Recordarle también que el pueblo le ha otorgado el beneficio de la confianza a él pero que ése es un carnet que hay que renovarlo todos los días con hechos.

Si un discurso tan rico, tan aterrizado y humilde, ha sido capaz de brindar esperanza a los dominicanos y a hacerlos sentir acompañados en la travesía, no estaría mal que lo repita al menos cada dos meses. Eso sí, sabiendo Danilo Medina que con sus palabras se emplaza a sí mismo a seguir haciendo las cosas bien.










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