sábado, 13 de abril de 2013

TWITTER: CERCANIA PELIGROSA


El Excelentísimo Señor Presidente, Jefe de Estado, el hombre al mando de la nación, la placa 01 del gobierno, licenciado Danilo Medina, es simplemente Danilo. La Vicepresidenta, doctora Margarita Cedeño de Fernández, es para muchos Margarita, La Vice y en muchos casos hasta Margó. La magistrada fiscal del Distrito Nacional pasó a ser Yeni Berenice y a la figura formal del Procurador General de la República se le omite la solemnidad y se le llama Domínguez Brito y a veces hasta Francisco. Ni hablemos del respeto que debe inspirar un ex mandatario de una nación si al doctor Leonel Fernández le llaman desde Leonelito hasta El Príncipe, por no abundar en detalles y dejarlo de ese tamaño.

Esa informalidad que nos acerca tanto y cobija un trato tan familiar como de amigos íntimos, se le debe a Twitter. Millones de usuarios en línea, siguiendo a grandes personalidades del medio político, jurídico, artístico, activistas, periodistas nacionales e internacionales, con la libertad de enviar mensajes, a veces con suerte interactuar con ellos y difundir información colocada por las mismas estrellas en la red.

En el patio, a nivel local, Twitter es el escenario de aquella cercanía con el pueblo y también de muchos desaciertos. Desde las faltas ortográficas en un tuit de El Cardenal, el fallo del primer tuit del jefe de la policía, una presentadora engañada por un apuesto pero falso hombre, los chismes entre las mujeres del medio y hasta los suspiros que roba El General del Amor. Todo colgado en las redes, a la distancia de un click y visible para todo el que quiera leerlo.

Puede no gustarle, puede negarse a usarlo pero hay que reconocer que Twitter se ha convertido en un submundo útil pero igual dulcemente peligroso. Un diario de vida que en cualquier momento puede hasta ser usado en su contra porque refleja, en muchos de los casos, la esencia del ser y el desahogo de la personalidad. Una herramienta fabulosa que ha demostrado con hechos el enorme poder que tiene cuando se trata de convocar, de movilizar y de reivindicar luchas.

Pero esa peligrosa cercanía que nos pinta a los artistas y a los políticos tan cotidianos y nuestros, que da la falsa sensación de familiaridad y que resulta en ocasiones tan permisiva que raya en lo ofensivo, puede convertirse en un arma de doble filo para seguidores y seguidos.

Un error tan ortográfico como histórico y la distancia en términos de tiempo entre Francisco del Rosario Sánchez y Juan Sánchez Ramírez puede costarle muy caro entre los tuiteros, que somos, y me toca incluirme aquí, críticos ácidos por excelencia. Pero en la misma medida, la soberbia y la prepotencia en mayúsculas no han sido nunca las mejores amigas a la hora de responder un tuit donde debe reinar la humildad y la diplomacia a un seguidor que aportó su voto para hacerla la segunda persona al mando de una nación.

Recuerde que todos fuimos Hi5, todos pasamos por Facebook y que la permanencia en Twitter no se compra con seguidores fantasmas o “huevitos”. Se les debe el favor y el agradecimiento a los seguidores que nos conceden su paciencia, tiempo y dedicación desinteresada para leernos, retuitiar, soportar el lapsus de una asistente perdida en el tiempo y la historia y la prepotencia innecesaria en una respuesta poco diplomática e injusta a un seguidor que a fin de cuentas todos sabemos que NO es su compadre. Apuesto mis valiosos seguidores a que la diplomacia y la altura no le fallan si el tuit viniera de alguna cuenta verificada. Bájele algo, mi vice! Así no, Margó!

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