Justo cuando
la inercia, la pesadumbre y los mismos rostros arropaban las noches en Santo
Domingo, una voz bohemia me devuelve la fe y me recuerda que no todo está
perdido.
Llegué
arrastrada por la rutina, con el paso cansado de desandar una ciudad que cada
vez se vuelve más gris, más difícil de transitar entre el ruido del dembow y la
mala cara de la gente que en estos tiempos vive, si es que a eso se le llama
vivir, escasa de música y abundante en violencia. Agotada del rumor de las
mejor y peor vestidas, el grito de
guerra trujillista del bachatero y más de lo mismo en la política nacional,
terminé la noche del viernes entre amigos en Casa de Teatro.
Tocaba Bobby
Delgado, de quien apenas conocía algunos temas, reconocía su trascendencia
incuestionable que le concedió el honor de abrirle el espectáculo a Sabina y
Serrat el año pasado y no pasaba yo de haber leído excelentes referencias de su
música en las redes sociales. Amigos que ya conocen de su trabajo me habían
comentado del encanto de este joven artista y la misma falta de fe en lo que
ofrecen algunos nuevos talentos vendiendo falsos valores, ocultos tras una
imagen distorsionada de su realidad y la arrogancia que los opaca, no me
permitieron el chance de conocer su propuesta antes.
El misticismo
de Casa de Teatro, un ambiente que respira cultura y gusto depurado entre la
mezcla bohemia y vivaracha de gente joven, que se mueve por razones sociales,
que alza su voz y se expresa, que canta, que lee y que escribe y aún siguen
siendo divertidos; de esos que pensé que ya se nos acababan o que las madres
dejaron de parir en tiempos de Caamaño y de Manolo. No en vano, Casa de Teatro
se ha convertido desde hace muchos años en la casa de los artistas, acogiendo a
talentos como Bobby Delgado, dueño de un extraordinario histrionismo tan fluido
y natural como el fino sarcasmo en las letras de sus canciones y cobijando a gente
ávida de escuchar buena música con cierto sentido social, guardando la esperanza
de que sea refugio de almas bohemias por muchos años más.
La ciudad y
su gente piden a gritos un equilibrio en todo. Al menos una dosis de aquel
difícil equilibrio que sólo los más despiertos y nobles consiguen y que ha
hecho fracasar en esa búsqueda inútil y afanosa a tantas causas, presas de los
excesos y los extremos. Bobby Delgado y Casa de Teatro son precisamente ese
equilibrio que necesitamos para no morir asfixiados entre la moda, lo
superficial y las distracciones.
Entre “Soy un
corazón tendido al sol” de Víctor Manuel, remontándose con mucha dignidad a
“Lágrimas negras” del legendario Trío Matamoros y su infaltable “Dígame usted
por quién votar”, Bobby Delgado arranca aplausos merecidos y de paso le hace el
favor a la ciudad y sus noches de retornarle un poco la fe perdida a los
dominicanos. Batalla nada fácil de librar en estos tiempos.
Por algún
viernes deje las tragedias condenadas en un cajón trabado, permítase el lujo de
darse un poco más de Bobby, un poco más de Casa de Teatro para sacar a pasear
el espíritu bohemio que todos llevamos dentro, que se viste de sonrisas, de
buenas acciones desinteresadas, de saludable desenfado y que ciertamente hace
más feliz a la gente. Seguro allá nos vemos y el ánimo nos obliga dulcemente a
compartir una sonrisa.
@paochaljub
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