martes, 27 de diciembre de 2011

HAMBRE QUE ESPERA JARTURA

Que el Ministerio de Salud Pública se ocupe de llevar a cabo una campaña de educación para evitar indigestión, malestar estomacal e intoxicaciones en tiempos de navidad, habla claro sobre nuestros habitos alimenticios y sobre todo de aquella malicia con la que nos sentamos en la mesa la noche del 24 y el 31 de diciembre.

El año nos da once meses de ventaja para celebrar las dos cenas más importantes de la tradición de los dominicanos. Y no es que requiera menos de ahí, se trata de la ocasión perfecta para reunir la familia; para recibir a los ausentes que tienen tiempo sin pisar su tierra natal; para regalar y agradar a nuestros seres queridos.

El tiempo navideño trae consigo ese deseo de celebrar la dicha de estar vivos, de agradecer lo que nos ha dejado el año que se despide y a casi todos nos inspira compartir. De compartir y celebrar sí que sabemos los dominicanos y nos encargamos de demostrarlo de manera especial en esas dos fechas del mes. Sobre todo cuando se trata de hacer gala del buen apetito que nos caracteriza.

Puerco asado, pollo horneado, pavo, moro de guandules, ensalada de papas, pasteles en hoja, pastelitos, lerenes, castañas y la telera que por lo regular amortigua el recalentado del dia siguiente, sólo por mencionar algunos de los platos que se incluyen en el menú. A esto, súmele las frutas, manzanas, peras, uvas y pasas, que más que comestibles hacen las veces de decoración hasta que algún miembro de la familia se digna por hacerles caso y que no pasen con ficha.

Coquitos, almendras y avellanas, que sólo recordamos comprar en esta época y que casi todos terminamos partiendo con la mano de un pilón, con el viejo martillo o con el fondo de alguna botella menos con el cascanueces que corresponde. Bombones, bizcocho de frutas, turrones, panetón, gomitas, dátiles, higos y frutas confitadas todo al mismo lugar.

Toca hacer un espacio para el alcohol. El ponche casero, para los que sólo se dan su trago de ocasión; el brandy o el whisky para los señores; amaretto o baileys para las señoras; el ron para los bebedores; cerveza para los que aguantan; refrescos para los más pequeños; sidra, vino y champagne que no se pueden quedar y para los valientes que salen vivos de esta revolución digestiva, siguen la rumba con vodka o ginebra.

Me atrevo a afirmar que a más de uno, y aquí me toca incluirme, le ha pasado por la cabeza la loca idea de tener un estómago emergente, algo así que nos permita disfrutar el doble de lo que podemos comer o la ilusión de comer sin los remordimientos que causan las libras que deja aquel desfile culinario. Pero la realidad es que los digestivos, las sales, los antiácidos y el elixir son los protagonistas de las fiestas y el remedio infalible para el desastre alimenticio de esas dos noches donde se come como si no existiera mañana.

Disfrute su cena, pase su plato al vecino, reciba el plato del vecino con agradecimiento, retribuya la abundancia dando a los que menos tienen, invite a un amigo que tenga su familia lejos, comparta en familia, atesore esos momentos, permitase el lujo de la jartura anual, asegure su digestivo y que pasen todos una feliz Navidad!

sábado, 24 de diciembre de 2011

UN SACRIFICIO Y SUS RECOMPENSAS

Un intenso calambre en la pantorrilla me paró de la cama a las cuatro y treinticinco de la madrugada, justo dos horas antes de empezar la faena del día a día. La molestia en la pierna avivó mis pensamientos y fue imposible recuperar el sueño profundo del que desperté minutos antes.

Llevo siete meses de mi segundo embarazo, y a esa hora traté de hacer una lista mental de los detalles especiales que hacen que el periodo de gestación de cada mujer sea único y grandioso en su justa dimensión.
Cuando el reloj marcaba casi las cinco, inutilmente intenté contar cuantas veces al día voy al baño a orinar, o por lo menos durante las noches cuando se supone que debo dormir, y no lo logré. Cuando contaba por las diez de la mañana ya había perdido la cuenta y desistí de aquella misión.

El apetito voraz que nos acompaña desde los primeros meses y que se convierte en un sello infalible que marca a todas las embarazadas, siempre y cuando las náuseas y los vómitos de los infames malestares nos permitan saciar el hambre. Y con ello, las terribles libras de más que por alguna razón que desconozco, para la mayoría de nosotras son tan dificiles de perder cuando termina el embarazo.

Las hormonas que nos mantienen en una montaña rusa de emociones; las estrías; la hinchazón que nos acompaña y que nos transforma; manchas en la cara para algunas; ácidez estomacal solo de pensar en alguna comida en específico; los inoportunos antojos que a más de un esposo o un familiar han sacado de su cama en horas de la noche, todo en nombre de complacer a la embarazada; el dolor en la entrepierna a causa de los ligamentos que se preparan para soportar el peso del útero; esto, sin contar con renunciar a dormir bocabajo y que a los nueve meses o cuando el bebé disponga, nos espera el dolor de parto o la incómoda cesárea con los efectos de su anestesia y sus puntos.
*Foto de Erika Morillo

Pararme de la cama requiere de todo un proceso y un mecanismo que he tenido que improvisar que para no complicarles la idea en sus cabezas, les cuento que sería una mezcla entre una oruga y una foca que se escapa del colchón.

No pretendo asustarlos, pero aunque no lo crean, esta es sólo la parte sencilla. Todo lo que acabo de mencionar es un paseo, porque a partir de aquí es que el viaje se complica y es precisamente cuando el sacrificio y la verdadera entrega se ponen a prueba.

Pero de igual forma me toca decirles que todo aquel sacrificio y sus malestares valen la pena cada segundo y somos capaces de aguantarlos doblemente cuando se trata de los hijos. Como por arte de magia, la sonrisa de un hijo y el saberlo feliz nos hace olvidar todo y el mundo se resume a ellos.
Lo mágico de esa entrega y ese amor que se contagia es que es infinito. El destello de felicidad de un hijo es capaz de alegrarle la vida a cualquiera aún en los momentos más oscuros y dificiles. Si no me cree, acérquese a su hijo y permitase el lujo de dejarse derretir por una sonrisa, por una caricia o por una palabra de amor. Si no tiene hijos, de seguro la suerte le dio sobrinos.

sábado, 17 de diciembre de 2011

PERMISO...LLEGO NAVIDAD

Despídase de la rigurosa dieta, dele un respiro al gimnasio y dé la bienvenida a diciembre, el último mes del año que trae consigo la navidad y sus encantos. Escasas personas conozco que no se dejan seducir por su magia y todo el misticismo que encierra la época.

Con sabor a ponche, canela, manzanas y uvas, diciembre es como el recreo del año. El último mes en el calendario es como el abuelo apoyador que todo nos consiente y todo nos tolera en nombre del espíritu navideño.

Desde mitad de octubre arrancan los planes para recibir la celebración. Los más osados sudan su fiebre y montan el arbolito a fin del mes diez para ir calentando los ánimos y de paso, contagiar a los demás con la hermosa tradición. El vecino ilumina su balcón con bombillitos navideños, la vecina del frente viste el tronco de la javilla con un par de extensiones, el dueño del colmado saca un “santicló” que baila, los muchachos de la esquina a pura creatividad decoran la calle, iluminan el árbol que con complicidad los cobija para beberse los tragos y de repente ya es navidad en el barrio.

La ciudad adquiere otra esencia. La avenida Winston Churchill con sus charamicos y burritos de palo avisa que ya es navidad; el verde y el rojo visten los negocios; las lentejuelas y el brillo son clásicos protagonistas en las vitrinas de las tiendas; donde quiera suena “Volvió Juanita” o el contagioso saxofón de “Cascabel” que invitan a bailar al más tímido y el esperado doble sueldo le cambia el ánimo a todos los dominicanos.

Para la mayoría de los mortales es casi imposible no ganar unas cuantas libritas; las tentaciones abundan entre las fiestas de las empresas, el compartir improvisado con los compañeros de oficina, el té de jengibre y canela que prepara la doña y que se acompaña con arepa, los chocolates que regala el angelito, el bizcocho de navidad repleto de frutas confitadas que es un monumento a las calorias, los pastelitos, pasteles en hoja y el chocolate caliente que nadie rechaza.

Las dos cenas tradicionales en República Dominicana, del 24 y el 31 de diciembre, ocupan otro espacio, detallarlas y exhaltarlas como se merecen sería un artículo aparte. Puerco asado, moro de guandules, ensalada de papas, pollo, pasteles en hoja, pastelitos, telera, manzanas, uvas, peras, pasas, coquitos, almendras, más la sidra, cerveza, ponche, ron, los aportes de los invitados y el plato que siempre manda el vecino. Pararse de la mesa sin pedir un digestivo o no desabrocharse el botón del pantalón es casi un reto.

Lo cierto es que la navidad es una época única en que vale la pena dejarse contagiar con sus misterios y dejar que el brillo de la estación nos seduzca. Es la mejor excusa para visitar amigos, para agradar a quien menos lo espere con un detalle, para poner fin a pleitos, un mes propicio para casarse y para el amor, y sobre todo para poner en práctica el ejercicio de la moderación, para que enero no sea el mes del arrepentimiento.

Dése el permiso de disfrutar este tiempo para usted, su familia y sus amigos. Si no ha montado su arbolito, aproveche el inicio del mes para poner merengues navideños, comprar una sidra de cien pesos y encender el ánimo navideño en su vida y en su casa. Feliz Navidad!

sábado, 10 de diciembre de 2011

HOY NO TENGO TEMA

Si algo me ha enseñado la vida es que todo fluye. Las cosas pueden tomarse su tiempo en llegar pero tarde o temprano llegan. No hay por qué insistir con lo evidente, por el contrario, en un momento de tranque la paciencia juega un papel primordial para poder sentarse y esperar que las aguas bajen a su nivel.
Para mí, escribir es un ejercicio de entrega personal y en cada uno de mis artículos hay siempre mucho de lo cotidiano, me atrevo a afirmar que los temas me escogen a mí. Tomo mucho de las expresiones de la gente, del diario vivir, del ciudadano común, de la esencia de lo que pasa frente a nuestros ojos y que no somos capaces de percibir. Por eso me permito dejar que los temas fluyan y lleguen a mí cuando ellos decidan.
Hay momentos en que es válido un empujón para despertar del letargo pero hay ocasiones en las cuales la imaginación parece volverse estéril y por más que se insista no vienen las ideas y si no nacen las ideas dificilmente aparezcan las palabras adecuadas para escribir.
A mi me gusta escribir por inspiración y a veces la inspiracion se aleja, no logro sentirla. Ahí lo más aconsejable es no forzar las cosas. No es bueno arrancar el fruto antes de que esté maduro, y precisamente eso es lo que me ocurre en esta oportunidad que debo entregar mi artículo y no tengo tema que me inspire.
Escribir no es simplemente poner en blanco y negro lo que viene a la mente, más que eso es el resultado de un conjunto de sensaciones en la imaginacion del escritor y cuando esas sensaciones llegan, entonces la redacción se hace más fácil. Aunque hoy he tratado de escoger un tema, que sobran cuando se acerca diciembre, entre el ajetreo de la gente en las calles; los planes tempranos para gastar el doble sueldo que aún no llega a las manos; los tapones en el tránsito; los hijos pidiéndole a Santa Claus y los Reyes Magos todo lo que ven en televisión; temas sociales y hasta políticos; pero que va, ninguna de esas situaciones ha generado en mi la suficiente motivación y no me ha quedado más que resignarme ante lo irremediable y hoy ante ustedes me declaro sin tema. Para no fallarles en mi esencia, con un artículo atropellado y forzado, prefiero disculparme y entregarles mi espacio que hoy carece de tema.
De igual forma como he celebrado con ustedes el llamado de la musa cuando ha regresado de sus vacaciones y me ha hecho escribir con fluidez y a ver temas en cada rincón, con el mismo realismo acepto su distancia y respeto su alejamiento. Mientras tanto, cruzamos los dedos para que regrese a mí la cotizada inspiración. Que sepa que cuenta con mi anuencia para regresar cuando ella decida, eso sí, que sea antes del próximo domingo.

sábado, 3 de diciembre de 2011

EN DEFENSA DEL INVIERNO

Ya entra diciembre y obedecer el reloj despertador se vuelve cada vez más dificil cuando cada mañana su sonido inoportuno interrumpe el mejor de los sueñitos. Hoy vengo en defensa del invierno, que tan injustamente le han tildado de estéril y desolador.

Reconozco que pararse de la cama en invierno no es una tarea fácil. Duerma solo o acompañado, abandonar el calor de la cama y enfrentarse a la realidad de tener que empezar el día, sin que quedarse en cama sea una opción, es una batalla que requiere voluntad y para muchos como yo, el empujoncito de alguna voz que le indique que es hora de despertar.
Pero es que hay que estar despiertos para vivir el invierno, una estación digna de disfrutar. Las mañanas grises y oscuras se vuelven encantadoras; la brisa fresca que invita al café y al baño con agua tibia; los rayos del sol se llenan de bondad y literalmente acarician la piel; abunda el sancocho, el asopao y el cocido; el té de jengibre y canela es un clásico; el buen ron sabe mejor y calienta el cuerpo; y definitivamente despierta en nosotros aquella necesidad imperiosa de compartir y acercarnos a nuestra gente.
Tan aclamado el verano, con sus playas y su calor y tan olvidado y menospreciado el invierno. El inicio como el fin del invierno debería ser tan esperado, anunciado y celebrado como el verano. Tantas flores que le lanzan a la primavera, tantas quinceañeras cumpliendo primaveras y al invierno que nos alivia del calor que nos azota casi el año completo no le celebramos su estadía.
El otoño brinda sus colores pero el invierno ofrece una fiesta a ritmo de brisa que pone a bailar el verdor de los árboles con la elegancia de una fina dama y nos regala el sonido de sus hojas, bolero capaz de dormir y relajar al más estresado.
Que ninguna mujer me diga que no desempolva sus abrigos y hace gala de la escasa ropa de invierno que el clima caribeño nos permite. Que no aprovechan para lucir sus sombreros y sus bufandas cuando el clima se apiada de los deseos de moda de todas nosotras.
El invierno es una invitación al romance. No en vano las bodas se multiplican en diciembre y nuevos amores nacen, sin que necesariamente perdure el cuento de hadas. Es como una necesidad del corazón aprovechar la estación, única oportunidad que nos da el año de brindar calor a otro cuerpo.
Y mientras escribo, alcanzo a ver el inmenso árbol de aguacate del patio del vecino que baila y canta para mí a ritmo de la brisa mañanera, como concediéndome la razón y a modo de confirmar mi versión. Yo le doy la bienvenida al querido invierno y prometo honrar su estadía entregada al amor, a la familia, a los buenos amigos y abanderada con el mejor té de jengibre, de las manos benditas de doña Dulce.

sábado, 26 de noviembre de 2011

LA OMNIPRESENCIA DEL CAFE

Dulce, negro y adictivo. No describo a un negro caribeño, ni a un dominicano encantador con sabor a mar y a merengue, hablo del café. Muy pocos se resisten a su sabor y casi todos se rinden ante el olorcito que lo anuncia recién colado.

Presente en todas ocasiones, se toma en cualquier lugar y todo lo puede. La atractiva infusión y sus encantos encierran un misticismo digno de estudio. Sinónimo de acogida, de unión, de solidaridad, de sobriedad y compartir, el café lo aguanta todo. Llegar a una casa y que se lo brinden habla de que usted es bien recibido; una larga charla entre amigos a media tarde para ponerse al día, no es lo mismo si no hay un cafecito para compartir; medicina perfecta para la impaciencia en una oficina o un consultorio; cobrar una deuda o por el contrario, pedir prestado, pega con una taza de café; un velorio no es un velorio sin él; y finalizar una comida en familia requiere necesariamente de un buen cafecito colado con amor.

Expresso, de máquina, en greca o colador, como sea que se prepare guarda una magia que lo convierte en una bebida dificil de rechazar hasta para aquellos que solamente lo toman de vez en cuando y que sus atributos son reconocidos hasta por quienes no lo toman. Por algún extraño motivo rechazar una taza de café se siente como algo personal, casi como un desplante.

Al igual que muchas personas, el inicio de mis días lo marca el café. No logro despertar hasta que sube el café, la cocina se inunda con su fuerte aroma, suenan las tazas chocando entre ellas y con cierta complicidad comienzo a armar mis planes saboreando una buena taza de café caliente. Un sorbito es suficiente para poner el día en marcha, para que la conversación mañanera fluya y poder leer y comentar lo que traen los periódicos del día.

Y como para apoyar la teoría, sólo basta encender la televisión y ver que no en vano, en los matinales de aquí, de allá y el mundo entero se toma y se brinda el delicioso líquido que muchas veces permite que las más agrias conversaciones y los más odiosos temas se digieran con más facilidad.
Sin importar si se toma con crema, con leche, con azúcar o amargo, con nuez moscada o canela, en bebidas frías, en suculentas versiones de postre, en licores, negro, claro, descafeinado, como usted desee o le convenga, el encanto del café está en que se disfruta como sea. Si está solo, le acompaña en sus pensamientos y si tiene compañía para compartirlo, mucho mejor entonces.

A mi personalmente me encanta disfrutarlo acompañada y debo confesar que tiene mejor sabor cuando lo cuela un ser querido para mí. Mis mañanas y mis tardes saben a café. Que las suyas, siempre y cuando la salud y la prudencia se lo permitan, tengan sabor y aroma a café.

domingo, 20 de noviembre de 2011

EL PASEO DE LAS FLORES

Buscar diversión un domingo en la ciudad a veces no es tan sencillo, sobre todo cuando los planes incluyen a la familia. Hay que hacer un esfuerzo para no aburrirse repitiendo actividades, que sean interesantes y que se ajusten al presupuesto económico del ciudadano común.
En ese afán, pasé por el Jardín Botánico Nacional, a propósito del octavo “Festival de Plantas y Flores” con la intención de comprar flores y plantas a precio de feria y deleitarme con el espectáculo de orquideas que cada año se lleva a cabo dentro del Jardin.

Me declaro una fanática de las flores, he heredado la misma aficción de mi mamá por el verde y los colores de las plantas, pero le aseguro que aunque usted sea de los que no tienen plantas en su casa por no echarle agua o prefiere las flores plásticas, el paseo de las flores será una experiencia placentera.
Apuesto a que más de una de las muchas variedades de orquideas que allí se exhiben y se venden lo hará detenerse y admirar su belleza. Moradas, blancas, frondosas bandas, rojas coral, amarillas, que le roban el aliento a cualquiera.


Plantas exóticas de colores vibrantes; pinitos y flores de pascua que nos alegran la vista con el rojo intenso y que se convierten en un regalo de navidad perfecto o para adornar su oficina en esta época del año; el famoso muérdago que en navidad cuelgan en las puertas y según dicen algunos si dos personas coinciden bajo sus hojas deben regalarse un beso.Sin contar con los frutales, que en estos tiempos de carestía, tener limones, naranjas o toronjas en la comodidad de su patio, no viene nada mal.



Pero fue el “mango que no se come” la curiosa planta que llamó mi atención. Una interesante trepadora, con un follaje tupido y hermoso, con flores blancas que despiden un olor riquisimo y que da frutos idénticos al mango, sólo que estos mangos no se comen. Ante mi asombro el vendedor me explicaba que aunque no se consideran tóxicos, es una especie que no se acostumbra a comer. Hay que conformarse con mirarla y disfrutarla!

sábado, 12 de noviembre de 2011

UN RATO A SOLAS NO HACE DAÑO

A veces buscada pero casi siempre temida y despreciada, la realidad es que la soledad convive con nosotros. Al ocaso de una relación, la muerte de un compañero, la independencia de los hijos cuando salen del nido o la separación de grandes amigos, irremediablemente le sigue una dosis de soledad. Aunque repelida por nosotros mismos, es igualmente necesaria y justa para recargar fuerzas y seguir echando el pleito con la vida.
Se sabe de personas que pierden su compañero y mueren de soledad; pajaritos que no saben vivir solos; personas a las cuales la soledad las deprime y hay los muchos, que evitan a toda costa esos momentos a solas al precio de incontables errores.
Y hablo de sentirse solo, que no es lo mismo que estar solo. No importa cuántas personas le rodean, si el sentimiento está ahí no se hace caso a música ni fiesta y la compañía de otros pierde valor. Usted puede estar casado y aún sentirse solo. Puede tener un millón de amigos y en algún momento sentirse desolado. La calle puede parecer un escape y también puede terminar haciéndolo sentir más miserable y por ende más solo.
No obstante, a veces es tan necesaria esa soledad como tan necesario es el llanto para calmar el dolor. Para dejar fluir la inspiración nada funciona mejor que un momento a solas; para pensar, una buena caminata en solitario es el mejor remedio; para tomar importantes decisiones, la almohada resulta la mejor compañera; para poner punto final a un gran amor que nos marcó la vida, de buena o no tan buena manera, el tiempo a solas nos ayuda a curar las heridas; después de una gran fiesta en casa o una visita extendida se aprecia un buen rato la soledad y el tiempo en casa a solas le sabe a gloria.
En algún momento todos nos hemos refugiado en esa sana soledad asociada al silencio y a ese encuentro con nuestras almas que nos permite conocernos y aclarar el sendero para seguir caminando.
Cura del alma, aclara los pensamientos y nos hace valorar la dulce compañía de los seres queridos, todos puntos a favor de la soledad. No le niegue el chance a ese rato a solas cuando le toque la puerta, pero no olvide nunca que somos seres sociales, que nacimos para estar en compañía; que la comunicación es una regla de vida de uno más uno; que la hermosa solidaridad sólo se practica si hay más de uno y que se necesitan dos para bailar el tango.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

UNA VIDA DE PERROS

Pocos seres vivos llevan un título tan bien ganado como los perros con aquello de “el mejor amigo del hombre”. Fieles, tiernos, amorosos, incondicionales, dulces, divertidos, sinceros y capaces de profesar un amor tan puro que nos puede marcar y recordarlos para toda la vida.


Mi vida ha estado llena de perros, ellos han sido un personaje constante en cada momento de ella. Gracias a Fausto Rosario, hace más de veinte años, Chiqui llegó a nuestra casa para iniciar una tradición perruna y enseñarnos a respetar y sobre todo a amar a esos animales, que en cierto momento sobrepasaron el número de integrantes humanos en la familia, porque llegamos a tener doce chihuahuas. Todo empezó con Chiqui, luego recibimos a Toti, que se guardaron compañía por mucho tiempo, hasta que comenzaron a reproducirse y ahí empezó una historia de amor que aún no tiene planes de terminar.
Cuatro perritos chihuahuas fueron la hermosisima herencia que nos regaló Chiqui, justamente igual que nosotros, tres hembras y un varón, como la forma más noble de honrar y agradecer el cuidado y esmero de la familia.

Pichu, una perrita blanca con unos ojazos negros que enamoraban y ablandaban el corazón del mas reacio; Chiluca, coqueta, flaca e inquieta como el que está al borde de un ataque de nervios, llamada así por un personaje en un capitulo de Los Picapiedra; Moye, de un negro intenso, la más dependiente y sumisa de todos que inspiraba arrullarla y cuidar de ella; y el gallardo Don Antonio, el más grande de todos, llamado así por el ex presidente Don Antonio Guzmán, con aquel porte elegante y de color gris con una mancha blanca en el pecho, parecía que vestía un traje, como haciendo honor a su nombre de Jefe de Estado.

Muchos perros más han pasado y cada uno ha dejado su historia en la familia. Gorda, era una fiel compañera de mi papá, que lo acompañó a sus pies incondicionalmente mientras escribía sus libros. Agustín, una hembra que nunca tuvo hijos y que desde cachorrita siempre lució como macho. Poporola, la devoción de mi mamá, que literalmente le brindó amor hasta el día en que murió a los pies de la cama de mami. Cuncuna, una luchadora que estuvo con nosotros por 19 años, y que a pesar de todos sus achaques siempre sacó fuerzas para mover su colita.Y a la fecha, Polola, Rocky y Muñoky que se encargan de repartir su dosis de amor a la familia.

Veterinarios, vacunas, costosas cirugías, baños colectivos, paseos por turnos, comida preparada con esmero, desparasitantes, y una fortuna en desinfectantes para mantener la casa en orden. Pero la parte tediosa de la responsabilidad deja como recompensa, largas jornadas de diversión, ternura, celosos guardianes y sobre todo, la más cálida bienvenida.

Aunque los perros requieren un serio compromiso para cuidar de ellos de manera responsable, con su entrega incondicional también nos regalan lecciones de vida de un valor incalculable. En tiempos en que el maltrato animal recorre el mundo de manera despiadada contra seres indefensos que solo están preparados para dar afecto, es el chance perfecto para darle la oportunidad a esos amores perros. Le aseguro que no se va a arrepentir y que el esfuerzo valdrá la pena cada vez que llegue a su casa y sea recibido con una fiesta de besos, ladridos y ternura al compás de una cola que sólo habla del amor.

lunes, 24 de octubre de 2011

LES TOCA A USTEDES, CABALLEROS

Las cifras de asesinatos de mujeres en manos de sus parejas son alarmantes y punto. Leer cualquier periódico y encontrar la crónica que cuenta de mujeres muertas a raíz de la violencia de género y muchas veces los maridos agresores que terminan quitándose la vida, se ha convertido en pan nuestro de todos los días.
La problemática no es nueva, no es un mal que trajo algún gobierno o que importamos desde algún país extranjero. Lo que sí es preocupante es el aumento de las cifras mortales, la indiferencia de una gran parte de la sociedad por pura ignorancia, la falta de políticas de acción que comiencen por apartarnos de la cultura machista, que afecta a hombres y mujeres y las miles de víctimas silentes que no se atreven a denunciar a sus potenciales verdugos mientras sus vidas penden de un hilo.
Hurgando más profundo en las heridas y secuelas que deja a su paso este flagelo, quedan los niños que pierden a sus madres y a veces tambien a sus padres, sin contar con el dolor de las familias que jamás logran recuperarse de esas tragedias. Para sentir ese dolor ajeno no hace falta que nos toque de cerca. Para movilizarnos y exigirnos soluciones tampoco.
En los últimos días ahogada entre tantas malas noticias y hechos sangrientos cobardemente escudados en “motivos pasionales”, como un respiro al espíritu, me tocó ver a mujeres vestidas de novias desfilando a lo largo de la avenida Alma Mater en la UASD, bajo aquel sol caribeño que castiga la piel y que no perdona. También una movilización muy peculiar en Santiago emprendida por jóvenes estudiantes que se dedicaron a brindar 25 mil abrazos en las concurridas avenidas de esa ciudad a modo de protesta ante los altos índices de violencia. Este derroche de creatividad nos habla de la necesidad urgente de poner un alto a los actos violentos.
Sin embargo, como mujer y como ciudadana mis aspiraciones van más allá y confieso que me gustaría ver mas hombres involucrados y activamente comprometidos en buscar solución a un problema que nos afecta a todos, sin distinción de raza, clase social y precisamente sin distinción de género, porque el hombre que no tiene hermanas, tiene hijas o tiene esposa, novia, amigas y lógicamente tiene una madre.
Mis aspiraciones no se limitan a exigirle a un gobierno que diseñe un plan de trabajo; no solo espero que los ministerios correspondientes pongan su empeño en la vida de las mujeres; no solo aspiro a mayor receptividad y seriedad para escuchar las denuncias de las mujeres maltratadas y que dejen de ser vistos y tratados como pleitos de marido y mujer.
Quisiera ver a los hombres marchando, involucrados activamente, movilizándose seriamente en contra de la violencia de género y asumiendo un compromiso moral y social de iNO MAS MALTRATOS Y NO MAS MUERTES!. O de lo contrario, invitarlos gentilmente a montarse en tacones y hacer las veces de madre, hija, esposa, empleada, ama de casa, cocinera, chofer de los hijos, hermana, amiga, estudiante y que aún quede ánimo para leer un cuento a sus hijos o preguntarle al compañero que tal estuvo su día. Todo en un solo cuerpo y casi siempre en una misma jornada de 24 horas y 7 días a la semana.
La lucha por la vida es un compromiso de todos y nadie tiene el derecho de pasar factura con el último aliento de vida de otro ser humano. La invitación está hecha, el compromiso de los hombres queda pendiente. Anímense compañeros!

lunes, 17 de octubre de 2011

QUE SE TOME SU TIEMPO!!!

PARE EN ROJO
Entre la prisa matutina, los extensos tapones, el malhumor de muchos conductores, gente literalmente peleando en los programas de radio y la misma historia de nunca acabar de los problemas que nos aquejan...toparse con el colorido de las flores y el noble verde de sus hojas que contrastan con el tosco concreto y el gris de la "civilización" puede convertirse en un dulce jarabe para el alma. Si tiene el chance de encontrarlas...disfrutelas!! Por mí que el semáforo y el tapón se tomen el tiempo que quieran!

DEL DIA QUE VOLVIMOS A LA VIDA

De repente volvimos a la normalidad. Gente caminando erguida en las calles, con la vista en alto; llegó el fin de las distracciones en los tapones; se terminaron los peligrosos frenazos de golpe; volvimos a hablar mirando a los ojos; los pulgares recibieron un merecido descanso; las parejas se vieron obligadas a conversar y nueva vez recibimos llamadas en lugar de un vibrante e insistente PING rojo en el cuadro de texto de mensajería del BBM.
Nada de darle el crédito a las multas de AMET y menos a los videos en la red que a modo de crear conciencia, muestran fatales accidentes causados por textear manejando. Una falla en la plataforma de RIM, la compañía que da soporte a los teléfonos Blackberry, fue la causante de que millones de usuarios cayeran en cuenta de la vulnerabilidad de la tecnología y sobre todo de estos aparatos que muchas veces creemos que son implacables.
Ese día finalmente supimos que RIM son las siglas para Research In Motion, a pesar de haber visto sus iniciales un millón de veces anteriores. Nos volvimos expertos en tecnología y las opiniones no se hicieron esperar, unas comprensivas, otras desesperadas y las muchas de los usuarios de Iphone, que en ese momento se sintieron dichosos de su elección.
Más de 24 horas con un timeline estático en Twitter, sin notificaciones de Facebook, sin lograr recibir un sólo correo electrónico sin importar la urgencia del mismo y con el BBM negado a recibir o enviar mensajes. La vida social, el entretenimiento y el empleo de muchos dominicanos fue casi nulo ese día. La insistencia a cada instante cuando incrédulos enviamos mensajes a ver si por fín el BB había regresado del más allá, del mismo sitio gris a donde pertenecen los aburridos teléfonos que solo sirven para llamar y quizás para despertarnos cada mañana. Paradójicamente, por primera vez anhelábamos un BC o mensaje masivo.
Todo esfuerzo fue en vano. Para aquellos optimistas que no perdían la fé, la vida siguió su curso de manera convencional, desde la computadora. Otros invadidos por la impotencia colgaron la toalla y tuvieron que esperar que RIM resolviera aquella fatídica avería. Y a modo de lentejas, sin más ni menos esas eran las únicas opciones que la tecnología nos dejaba.
Que sirva la experiencia de aquel día para recordarnos que los telefonos, las redes sociales y el internet son puras herramientas y deben ser usadas como tal. Que no se conviertan en nuestros propios enemigos y menos que arrastren consigo rencillas y hasta crímenes que acaban con la vida de seres humanos de la manera más estúpida.
Mientras tanto, justo cuando muchos lamentábamos aquella baja en el sistema, la otra parte de la población celebraba tenernos de vuelta con ellos. Los hijos, esposos, los padres y los amigos que ávidos de nosotros siempre nos esperan para seguir viviendo.
“END CHAT/ FINALIZAR CONVERSACION”

lunes, 10 de octubre de 2011

MISION FOTOS VIEJAS

Limpiar un closet, vaciar una gaveta, organizar papeles o documentos en la computadora se convierte en casi un reto cuando nos detenemos a mirar fotografías. Justo ahí el tiempo se detiene, se posterga la labor de limpieza y no queda de otra que entregarnos a vivir y revivir. El encanto de las fotos viejas nos obliga a bajar la marcha y saborear aquellos recuerdos como si viviéramos el momento. No hace falta cerrar los ojos, por el contrario, mientras más abiertos y atentos a los detalles con más claridad los revivimos.
Hasta el más lleno de voluntad sucumbe ante sus encantos, porque la fotografía guarda ese magnetismo capaz de envolvernos y embriagarnos de nostalgia. Las fotos son como el buen vino, mejoran con los años y van ganando un valor incalculable que sobrepasa lo histórico y se llena de sentimientos.
Desde grandes amores, el nacimiento de un hijo, la celebración de un cumpleaños, el primer día de escuela, aquella fiesta inolvidable, los grandes amigos, los amores prohibidos, la unión familiar, la belleza de una flor, el rostro de un personaje o la tristeza de un día gris, todo esto es capaz de ser captado por el lente de una cámara que oportunamente atrapa el mágico momento y años después nos permite pasear placenteramente en la historia.
La tecnología actual con los telefonos celulares y las cámaras digitales nos han facilitado el asunto. Tomar una foto y compartirla ya no requiere de aquella trabajosa tarea que antes exigía. Llegué a vivir los tiempos de las cámaras fotográficas con rollos y recuerdo a modo de chiste, el laborioso proceso de tomar fotos y revelarlas y me parece casi insólita la espera para apreciar la imagen y darnos cuenta que uno del grupo cerró los ojos o en un caso peor, la imagen salió muy oscura o casi negra. Más tarde recibimos con asombro la generosidad de las cámaras polaroid que nos permitían tomar fotos y disfrutarlas en cuestión de un instánte.
Por eso valoro tanto las fotos de mi infancia y la de mis hermanos. Me toca reconocer llena de agradecimiento el esfuerzo de mi mamá que en medio de crisis se tomara la molestia de eternizar los momentos y darnos el lujo de tantos años después vivir de nuevo y permitir a nuestros hijos vivir a través de las fotos viejas.
Cada año dentro de mis resoluciones me propongo guardar momentos cotidianos y alimentar el hábito de fotografiarlos. Hace mucho decidí no borrar fotos sin importar que tan justas sean las imágenes con el físico, porque muchos años después se convertirán en fotos viejas y nos devolverán el mágico favor con creces cuando el recuerdo nos robe un suspiro.
Todos, sin excepción, guardamos recuerdos y atesoramos fotografías que nos ponen a volar entre nubes, que alimentan el alma y nos devuelven a la realidad con una sonrisa en los labios y en el corazón. Que nadie le borre sus fotos, que nadie le robe la oportunidad de vivir y revivir sus recuerdos cuantas veces le dé la gana y sin pedir permiso. Esos momenticos hacen la vida más dulce.

lunes, 3 de octubre de 2011

EL NECESARIO SAN MIGUEL

Coincidir un 29 de septiembre en el Pequeño Haití con la celebración del Día de San Miguel me hizo descubrir un submundo que vive latente entre los muchos devotos del Arcángel. Como un juego del destino ese jueves vestía una pieza de ropa roja y me tocó ir a comprar unas flores al citado barrio donde muchos compatriotas haitianos viven y se ganan el peso en los comercios informales de la zona, sin querer logré confundirme con una de las mujeres que le compran flores al santo.

Para llegar allí nos tocó evadir el tapón de los alrededores de la Iglesia San Miguel, que ese día se viste de fiesta y recibe a miles de feligreses para celebrar al santo. Entre música de palos, bizcocho, tabaco y ron le rinden tributo al Coronel de la Milicia Celestial. Aquello es impresionante, hombres, mujeres y niños con ropas vistosas, paños de colores brillantes en la cabeza, hombres personificando a San Miguel, una doña que reparte bizcocho, devotos que se “montan”, ofrendas florales, fieles acariciando la imágen del santo, todos bailando a ritmo de los palos y por supuesto fumando tabaco.
Transitar los alrededores se vuelve imposible. La fiesta se extiende a todas las calles cercanas y por ello, comprar flores cerca del Mercado Modelo me permitió conocer más de la celebración que lo que pude haber conocido en todos mis años viviendo en una zona aledaña.
Nos atendía un jovencito domínico haitiano, nacido en el Batey 3, cerca de Tamayo en Barahona, al sur del país. Mientras nos preparaba las flores, se las ingeniaba para atender a sus demás clientes que iban al lugar buscando hojas de ruda, para darse baños y alejar “lo malo” y a un hombre joven notablemente ebrio que le solicitó una chata de clerén por 40 pesos, bajo el inclemente sol que no perdona cuando apenas marcaban las 3 de la tarde.
Mientras el muchacho, que no pasaba de 22 años de edad, nos contaba que no había nacido para estudiar sino para trabajar, una peinadora nos interrumpe con las estridentes bocinas que a ritmo de palos anuncian una fiesta en honor a San Miguel en una discoteca de la zona oriental. Un hombre que compra en el puesto del lado grita a todo pulmón que “Bonyé es el mejor de todos los hombres” mientras la marchanta con pañuelo rojo en la cabeza y tabaco en la boca le responde con un “y San Miguel tambien”.
A pesar de haber nacido y vivido en San Antón, a escasas cuadras del barrio San Miguel, no conocía de la importancia y la magnitud de la celebración  hasta este año que me tocó vivirla un poco más de cerca. Aunque no soy seguidora de San Miguel, me toca quitarme el sombrero ante aquellos que sí creen en él fervientemente y que cada año se entregan al santo en fiesta y ofrendas de devoción.
Llegó la hora de pagar y dejar en su puesto aquel mundo donde evocar a un santo y celebrarlo se convierte en un respiro de alivio entre tantas adversidades y donde sólo se respira necesidad. Entre la delincuencia que azota al país, la justa lucha de un pueblo por un 4 por ciento para educación y el mismo bolero de los políticos, la música de palos, los colores y el sabor a pueblo que cree ciegamente en la fé, San Miguel, una de las más conocidas potencias de la santería popular, es más que necesario para alivianar la carga de la gente justo cuando finaliza septiembre.

lunes, 19 de septiembre de 2011

MI ROMANCE CON LOS LIBROS

He hecho un esfuerzo por recordar cuál fue el primer libro que leí y a pesar de mi buena memoria ni asomo de aquel recuerdo. A los seis años papi y mami ya me compraban las fábulas de Esopo y aún guardo en mi cabeza hasta las ilustraciones de aquel libro grande que me compraron una mañana en la librería Fermín, a dos esquinas de mi casa materna.
Pocos años más tarde, mis padres me pagaban cien pesos por cada libro leído y comprendido, que para una niña en los años ochenta aquella suma era una fortuna que requería fina destreza para administrarla.
Cada libro es atesorado en mi memoria y cada uno de ellos tiene vida propia en mi imaginación y en mis recuerdos. Por ejemplo, en mi cumpleaños número 13 recibí como regalo una novela de Laura Esquivel con una dedicatoria hermosa que aún guardo entre mis más preciados libros.
Cada episodio de este romance tiene su historia y tiene su gente. Mi familia, mis amigos, profesores y compañeros cada uno se ha hecho cómplice de este amorío y ha hecho sus aportes a la lista. Por mi familia, puedo decir que crecí entre libros. Y es que en casa, sin importar espacio, los libros siguen teniendo su lugar especial.
De mis amigos he heredado infinidad de libros y en muchos casos, grandes amistades han nacido a partir de ellos. Al amigo Vianco Martínez le debo mi cariño por los clásicos, hace muchos años me motivó a leer a Victor Hugo con “Nuestra Señora de París”, una obra que no sólo la disfruto cada vez que la releo sino que despertó en mí el interés por el género. Con Raquel Inoa, conocí el mundo de Almudena Grandes, una pluma genial y moderna, todo por un famoso préstamo que me niego a saldar y que reposa en mi librero.
En el caso de los profesores, siempre me he considerado dichosa. A lo largo del interminable camino del saber he tenido el honor de contar con maestros que me han llenado de inspiración. Aunque siempre fui un caso perdido en matemáticas, las horas de literatura o lengua española se me hacían cortas. Entre todos, Doña Carmen en mis años del Liceo Estados Unidos  fue una de las que más insistió en el hábito de la lectura y en presentarnos aquel fascinante mundo con tanta pasión y empeño a pesar del desinterés de una gran parte de la clase.
A mis 31 años me lamento de a veces no leer todo lo que quiero; de terminar los días tan agotada que el ánimo no alcanza para unos cuantas páginas mas y de que ir a una liberia a comprar mis libros con la entrega y dedicación de antes se haya convertido en un lujo.
Por suerte, con tantos avances tecnológicos en estos tiempos leer un libro sólo requiere de interés y en algunos un poco de voluntad. Y lo cierto es que fabricar el tiempo y hacer el espacio para el saber vale la pena. Les aseguro que una vez abierta la mágica puerta de la literatura se rendirán ante sus encantos y no tendrá mas remedio que vivir un romance de por vida seducido por las páginas de un buen libro.

lunes, 12 de septiembre de 2011

EL ENCANTO DE LOS PANCHOS

Mis hermanos y yo fuimos criados en medio de situaciones económicas no muy holgadas. Mi papá, víctima de la persecución política por sus ideas revolucionarias y mi mamá, haciendo magia para arreglárselas sola y no fallar en el intento. Pero la dicha no nos ha abandonado nunca. Parte de esa dicha es el hecho de contar con una familia relativamente numerosa, con muchos primos contemporáneos con los que siempre hemos guardado una estrecha relación que va más allá del vínculo sanguineo. Gracias a esas tías, tíos y primos conocimos el encanto de los panchos.
Unos les llaman relevos, otros les dicen remúas pero lo cierto es que no creo conocer a una sola persona que en su vida no haya heredado ropas o zapatos de sus hermanos mayores, de los primos o hasta de los amigos cercanos de la familia, amigos de esos que el tiempo y la cercanía le asignan el titulo de “como si fuera mi tío”. Sin importar estatus social, riqueza o pobreza, todos nos hemos puesto un pancho.
Para mí, y podría pecar de más romántica de la cuenta, se trata de un acto extraordinario de nobleza por parte y parte. De un lado, el desprendimiento sin arrogancia y sin desprecio del que da, y de otro, la digna humildad con que se recibe el regalo. Y si se piensa, a cualquiera se le desborda el corazón con aquel acto de entrega y la carga de sentimientos que pasa de una generación a otra sin darnos cuenta.
En mi familia, guardamos una prenda insignia que ha sido vestida por todos mis hermanos, por los hijos de mis hermanos y aspiro a que mis hijos y los hijos de mis sobrinos puedan vestir ese cardigan azul marino bordado con rayas finas blancas a la altura del pecho, aunque sea para una foto.
El misticismo de los panchos va más allá de la necesidad. No se trata de dar a los que no tienen, se trata de extender la dicha. No se trata de insultar o echar en cara la carencia, es más bien identificarnos con las necesidades del otro y lo más hermoso es el sentimiento de bienestar que reposa tanto en el que da como en el que recibe con las manos abiertas y lleno de felicidad.
Soy una fiel asidua de los panchos. Sé dar lo que tengo y compartir con los que necesitan, porque he recibido desde siempre infinidad de panchos que los atesoro y los recibo cual prenda nueva recién comprada en una tienda; mi hijo ha sido también beneficiado desde antes de nacer con tantos panchos, que gracias a la generosidad de mis amigas y mis familiares, fue muy poco lo que tuve que comprar para su nacimiento y aún en la actualidad sigue heredando panchos que son bien recibidos en el hogar y que serán eternamente agradecidos.
Con estas lineas rindo honor y me inclino ante la magia y el encanto de los panchos. Los celebro y los invito a que conozcan sus bondades, pongan en práctica el ejercicio de dar con dignidad y recibir con humildad.

lunes, 5 de septiembre de 2011

EL GUSTO DE COMPARTIR

Una visita a una heladería y una vuelta por el supermercado me pusieron a pensar en la importancia de compartir. En el primer establecimiento, una jóven de menos de 20 años, pero con las visibles huellas que deja el malpasar en el físico, se quedó corta a la hora de pagar una barquilla por falta de sólo 10 pesos. En esa misma semana pero en la caja de un supermercado, una señora que aprovechaba la funda de arroz en especial, entre nervios e incertidumbre la cuenta le toma por sorpresa y casi devuelve parte de los pocos productos, todos de primera necesidad, cuando la amable cajera le da el monto total y descubre que le faltan algunos 50 pesos.

La vida te prepara para enfrentar momentos como estos dependiendo de la formación en casa, del grado de humanidad que has aprendido por el ejemplo predicado y practicado por los padres y de la sensibilidad que guardes en tu corazón. Ayudas, o ignoras la situación y te haces de la vista gorda como que el asunto no es contigo.

Es una ley de vida aquello de que el que quiere compartir no duda en desprenderse de las cosas materiales y de que, por el contrario, el que no mira más allá de sus propias necesidades siempre encontrará una excusa para no hacerlo.

Desafortunadamente vivimos en un mundo regido por el individualismo y las personas movidas por la entrega y el desinterés se vuelven cada vez más escasas; mientras abunda la gente que urge de ese desprendimiento de corazón.

Ciertamente somos un pueblo solidario. Nadie puede negar que las grandes tragedias nos mueven, que existen miles de organizaciones que realizan loables labores, que suben muchos jóvenes movidos por esa entrega de corazón que dan a los que tienen menos. Pero más allá, existe el compartir cotidiano, la actitud de echar la mano y la capacidad de caminar con los zapatos del otro.

Lo que es poco para usted, le resuelve la vida a otra persona. Desde un plato de comida hasta una mochila del año pasado que su hijo se niega a llevar al colegio este año. De igual forma como usted no espera domingo o diciembre para estrenar, no espere tragedias para donar ropa de su vestidor. Basta con mirar a su alrededor para encontrar quien necesite de aquello que usted tiene. Y creáme, todos tenemos de ese algo.

Inculque a sus hijos la cultura del dar, del desprenderse de las cosas y enseñe con el ejemplo lo dichoso que nos hace el simple hecho de poder compartir con los demás un poco de aquello que se nos hace cotidiano. Economizar no se trata de ser mezquinos porque la pobreza no reside sólo en el bolsillo. No se trata de cubrir necesidades y menos de resolver los problemas de todo el mundo, pero sí de retribuir un poco la dicha que nos regala la vida, haciéndolo de corazón y abanderados siempre de la humildad silenciosa.

lunes, 1 de agosto de 2011

LA MAS VALIOSA HERENCIA

El agradecimiento es uno de los sentimientos más nobles y que más engrandecen al ser humano. Gratificar en vida se trata de retribuir un poco la entrega desmedida de quien nos brindó la mano.

Así, creo que la gratitud con los padres debe ser eterna. Un millón de razones la visten de eternidad y moralmente nos obligan a compensar el sacrificio de la buena crianza y el empeño de ellos en criar hombres y mujeres de bien.
Este domingo en República Dominicana celebramos el Día de los Padres y no quería pasar la fecha sin dedicarle unas líneas a mi papá. Aunque confieso que escribirle es todo un reto, sabiendo que todo lo que pueda plasmar aquí será poco para un ser tan genial como mi papá.

Hace más de diez años siendo columnista en un periódico de circulación nacional, gentilmente papi me cedió el turno para publicar mi primer artículo y estrenarme en el fascinante mundo de la escritura, sin remotamente imaginarnos ninguno de los dos que hoy me tocaría a mí compensar un poquito aquel divino favor y que sería precisamente ese, uno de sus tantos regalos: el amor a las letras.
La deuda con mi papá es millonaria y me quedaré corta mientras vida tenga. A papi le debo aquella dulce y tenaz insistencia en lograr que desde muy jovencita la lectura se convirtiera en un hábito.

Con él conocí de cerca el valor de tener ideales y defenderlos con valentía y firmeza. Con sus acciones he sido testigo de que andar por el camino correcto rinde frutos tan ricos que toman tiempo en madurar pero que se disfrutan con la tranquilidad de los años y la consciencia en paz al dormir.
La fuerza del carácter, aquel envidiable liderazgo con el que solo se puede contar si viene con uno en la sangre. La ternura desmedida en contraste con aquella entereza de la que están hechos los héroes. La pasión que pone en todo lo que hace. El ejemplo de amor impecable, reflejado en un matrimonio de casi cincuenta años, adornado de tolerancia, respeto mutuo, cariño inagotable, detalles y una debilidad hermosa el uno por el otro tan intensa típica de las grandes historias de amor.

Sin embargo, es su voluntad de acero lo que lo hace tan inmenso ante mis ojos. De él mismo escuche hace unos meses que “Nada se hace sin superarse a uno mismo” y sí que lo ha predicado con el ejemplo. Porque hoy, cuando se celebra a los padres y se supone que los hijos regalen a ellos, mi papá sigue galardonándonos con valiosas lecciones que nos hacen sentir dichosos de tenerlo como padre.
El próximo martes 2 de agosto, la Universidad Autónoma de Santo Domingo, la Primada de América, investirá a mi papá como Profesor Honorario de la Facultad de Humanidades, por sus méritos políticos y por sus grandes aportes a la historia y al rescate de la música típica dominicana. Me inflo de orgullo y me emociono hasta el llanto con aquella distinción.

Y es que no es para menos. Mi papá es autodidacta y solo alcanzó el octavo grado de la primaria en su niñez en su campo natal en Nagua, cuando tuvo que interrumpir los estudios para seguir sus ideales revolucionarios. Con esta condecoración nos demuestra que cuando hay voluntad todo es posible.
A ti, papi, te regalo el compromiso de todos nosotros, tus hijos y tus nietos, de honrar tu nombre con buenas acciones movidas por el mismo interés humano que pones tú siempre en todo lo que haces. Y te acompañamos a recibir esta altísima distinción con la misma humildad que te ha adornado toda tu vida. Eres el vivo ejemplo de que SI SE PUEDE!.

martes, 26 de julio de 2011

EL MILAGRO DE LA VIDA

De todas las labores que he realizado en mi vida si me preguntan cuál ha sido la más satisfactoria sin dudar un solo segundo mi respuesta será: ser madre. Me valió concebir y esperar a mi primer hijo, Rafael Eduardo, que ha sido amado desde el momento en que descubrí que ya tenía casi 2 meses de embarazo y un parto prematuro a los 8 meses me hicieron entender y experimentar el amor más grande y puro que un ser humano pueda sentir.

En mis años de soltería puedo decir que en innumerables ocasiones escuché a mi mamá decir que “con los hijos uno valora más a sus padres” por aquello de que ya compartimos con ellos el mismo sentimiento, nos atacan las mismas preocupaciones y hasta guardamos cierto grado de complicidad.

Los hijos traen consigo tantas cosas, con ellos descubrimos un nuevo ser que ha dormido dentro de nosotros toda una vida y que despierta justo en el momento en que asumimos el rol de madres y padres responsables; nos hacen mas resistentes, nos regalan una paciencia desconocida, cambian nuestra actitud para enfrentar la vida y nos hacen mejores personas.

Hace apenas 3 semanas descubrí que espero mi segundo bebé y ya lo amo. Por segunda vez me invade el mismo romanticismo y mi corazón se rebosa de amor con la misma ilusión de la primera espera. Rememoro el primer encuentro cuando abandona su cálida morada y finalmente nos vemos la cara, la amorosa entrega de la lactancia, el encuentro de las miradas entre el retoño y la madre, el olor de su piel, el esmero en sus cuidados y la fragilidad de una vida que recién empieza.

Pero inevitablemente tambien me ocupan la memoria, los malestares, las nauseas, los vómitos del primer trimestre, los constantes cambios de humor, el apetito de obrero, luego el insomnio de los meses finales cuando encontrar una postura para dormir cómoda es todo una aventura, en mi caso pienso en el parto por cesárea, la molestosa anestesia y sus efectos post parto, la cicatriz con sus puntos, las interminables noches en vela, el sacrificio de la lactancia, el cansancio, los sentimientos encontrados despues del parto y hasta en las libras que deja el embarazo, todo esto sumado a mi trabajo a tiempo completo de madre de un varón en plena etapa de los “terribles dos años”.

Extrañamente me enfrento a tantas preocupaciones y sacrificios y aún asi no son capaces de ganarle la batalla al amor y la entrega de una madre. La decisión de dar vida a ese pequeño ser que habita dentro de nosotras está allí y nos arma de un valor inquebrantable para empezar a aprender de nuevo y a vivir una experiencia para la que nos prepara la vida y que solo se puede dar fé de ella una vez que se vive.

En vano sería mi esfuerzo por persuadir a cualquier mujer a que tenga hijos. No pretendo pintar un lecho de rosas, la maternidad es un acto responsable y de pura convicción propia que cada mujer asume en el momento perfecto que el destino dispone. Criar hombres y mujeres de bien es una tarea que la sociedad nos la pone cada vez más y más dificil.
Lo que si les puedo asegurar es que una vez que les llegue la oportunidad, atesórenla, disfrútenla al máximo y prepárense para amar con todas sus fuerzas. Comparto mi alegría con ustedes y celebro el milagro de la vida por segunda vez.